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Quienes hemos realizado inversiones de yoga sabemos que pararnos de cabeza puede desorientarnos. La percepción que tenemos del mundo cambia: no diferenciamos el lado derecho del izquierdo, ni reconocemos fácilmente la parte anterior o posterior del cuerpo.

Lo mismo ocurre cuando ejecutamos posturas con los ojos cerrados, debemos esforzarnos mucho más que cuando utilizamos la vista. Y es que el hecho de ver facilita, evidentemente, la ejecución de cualquier movimiento. Los seres humanos tenemos un sentido que hace posible que seamos conscientes de nuestro cuerpo, y que permite que podamos mover algunas de sus partes, incluso, en momentos en que nos sentimos limitados: la propiocepción.

Muchos desconocen esta palabra. Ciertamente, no es de las más mencionadas por las personas, pero no por eso su significado deja de ser importante.  La propiocepción es el sentido que le “comunica” al organismo sobre la posición de los músculos. Ocurre de manera automática: se da cuando nuestro cerebro recibe información a través de receptores que están distribuidos por el cuerpo. Es una percepción inconsciente de la posición de nuestro cuerpo y de lo que éste realiza. Algunos afirman que es la capacidad que tenemos de reconocer nuestra postura cuando permanecemos con los ojos cerrados.

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Practicar disciplinas como el yoga o el Pilates aumenta la propiocepción, ya que en ambas se realizan ejercicios relacionados con el equilibrio que son sumamente beneficiosos para esto; lo que permite mejorar nuestra coordinación de movimientos, y evita que podamos padecer problemas de rodilla y espalda. Si lo que deseamos es mantenernos al margen de las lesiones y proteger nuestro “templo”, no debemos olvidar trabajar este importante sentido.

Erika De Paz

@ErikaDPS

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