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El lichi no es una fruta común. Su aspecto es bastante peculiar y su sabor no acepta comparaciones. Es pequeño como una fresa, y tiene una cáscara áspera entre roja y rosada llena de protuberancias.

Su pulpa traslúcida recubre una semilla que no debemos ingerir por ser ligeramente tóxica. Pero más allá de su exótica apariencia, su agradable dulzor y su olor a rosas, este alimento resulta muy beneficioso para nuestro organismo por varias razones.

Una de las propiedades más importante de esta fruta originaria de China es su gran cantidad de vitamina C. Este antioxidante permite fortalecer nuestro sistema inmunológico y previene el envejecimiento prematuro. Además, nos protege de los radicales libres, y es estupendo para embellecer nuestra piel y cabello. También contiene vitamina B, una sustancia necesaria para mantener la salud de nuestra mente, nervios y corazón.

De igual forma, es rico en minerales como magnesio y potasio, nutrientes indispensables para el correcto funcionamiento de la musculatura. Y posee, en menor cantidad, calcio y fósforo, necesarios para la salud de nuestros huesos. Asimismo, tiene un alto porcentaje de agua, es bajo en sodio y pobre en calorías; así que es ideal para incluir en las dietas para adelgazar. También contiene oligonol, un polifenol que reduce la grasa abdominal, mejora la circulación sanguínea y nos protege de los rayos de sol.

El lichi es una fuente importante de fibra, lo que ayuda a combatir el estreñimiento y mejora la digestión. Igualmente, sirve para bajar la presión arterial y tiene propiedades anticancerígenas debido a los flavonoides presentes en su pulpa.

Esta fruta es poderosa; de allí que su popularidad haya aumentado con el pasar del tiempo. Actualmente existen más de 100 variedades en todo el mundo. Y es que a pesar de su rareza, no deja de ser un alimento exquisito del que podemos aprovechar sus propiedades. Si quieres salir de lo cotidiano, prueba el lichi; en helado es delicioso.


erika de paz